Las últimas semanas estuvo especialmente activo, en el Congreso de la Nación, el Senador por la Provincia de Formosa José Mayans, quien pronunció un potente discurso acerca de la entrega de Soberanía sobre el Río Paraná.
Basado en la hojarasca que cada vez más argentin@s reconocen y repudian, Mayans denunció las pérdidas de controles y cuidados a lo largo de todo el maravilloso río, las que no se originaron ni sostienen sólo debido a la eterna codicia de potencias extranjeras, sino –y es lo peor– al accionar cipayo de muchos dirigentes políticos, comunicadores y empresarios argentinos, corrompidos o comprados.
Como Mayans, hay cada vez más compatriotas que se resisten a la entrega de nuestro Padre Río, como lo llamaron hace cinco siglos los pueblos originarios del Nordeste Argentino. Y entre quienes hoy, con fervor y valor patrióticos, destaca el veterano Capitán Fluvial Feliciano Ramos, rosarino de nacimiento y modestamente domiciliado en la entrerriana ciudad de Concepción del Uruguay, quien desde hace medio siglo predica con ejemplar conciencia la defensa y cuidado del Paraná.
Don Feliciano, como se lo conoce en los puertos de toda la Mesopotamia argentina, es reconocido profesionalmente como un experto que ha navegado este río innumerables veces y en todo tipo de embarcaciones.
En sus inicios fue tripulante de máquinas, pasó después a cubiertas, fue agente marítimo y –como él mismo dice– "se cansó de ver corruptos y cipayos". Aunque también aclara que "por suerte a mí me mandaban a oficina de dragados, muchas veces como castigo y para hacer batimetría, que son los estudios y mapas del río".
En aquellos tiempos –dice hoy, mientras atiende con su esposa un modesto almacén– "yo tenía algunos conocimientos de computación y también sabía algo de programación. En ese entonces los planos del río se hacían a mano. Y así empecé a levantar las primeras batimetrías impresas dentro de la Dirección Nacional de Vías Navegables".
Ramos hace una pausa, como quien traga tristezas, y explica: "Le estoy hablando de hace 48 o 49 años, yo siempre ahí adentro pero bien consciente de que con nuestra labor luchábamos por la Soberanía, porque a la gran mayoría de nosotros los que trabajamos en el río nos mueve más el amor a la Patria que lo que podamos ganar".
Don Feliciano llegó a ser Capitán de dragas "pero también estuve dedicado –recuerda con orgullo– un buen tiempo al relevamiento de nuestro río, el Paraná, que para nosotros era la vida misma. Y más adelante, ya como oficial y capitán trabajé más la zona del Río de la Plata y el Río Uruguay, por la dura razón de que el Paraná ya estaba extranjerizado desde los años 90. Como sigue hasta hoy. Y lo digo con fuerza y dolor porque es imperioso modificar esto, ya que nuestro río se tapa cada dos por tres porque quiere recobrar su cauce normal. Entonces es imperativo algo que usted menciona en su libro y que cuando lo comprendí me dio una nueva visión: los ríos como sujetos de derecho. Hoy eso es clave, y por eso ahora los reclamos más importantes plantean al río como verdadero derechohabiente es así como estamos definiendo la única salida que tenemos, y en la que yo trabajé y sigo a mis años porque hoy el Paraná está sometido a una explotación intensiva que es muy dañina. Esto es clave que se sepa, porque si llega a haber otra licitación la única manera de frenar a los gringos y a los cipayos será reconociendo los derechos del Río Paraná. Y esto es muy importante, porque la verdad es que nunca antes se hicieron estudios ambientales previos al dragado extranjero del río Paraná.
Ramos recuerda además que ante el requerimiento de una abogada, la Dra. Susana Beatriz Pérez Vexina, de la Secretaria de Ambiente de la Nación (ex Ministerio de Ambiente), contestó en una providencia que el propio Estado Argentino "reconoce la ausencia total de un estudio de impacto ambiental previo al dragado del río Paraná". Y esto no sólo se planteó en el Paso "Las Hermanas" frente a la localidad de Ramallo –donde se había generado el amparo en cuestión– sino antes de todo el dragado de la red troncal del Paraná que había iniciado la empresa Hidrovía S.A –fíjese qué nombre– a mediados de esa década infame que fueron los años 90".
Por supuesto –sigue él– a esto lo venimos diciendo desde hace 30 años, porque nunca se hizo un estudio ambiental, y el Estado entregador, desde los 90 hasta la fecha, jamás protegió ni a sus ríos ni a su pueblo.
De ahí que para la poderosa coalición extranjera que ocupó nuestros puertos y nuestros ríos con la ayuda de traidores locales, "hoy somos una zona de sacrificio en aras del bien supremo –para ellos– que es saquear todo lo que se pueda, generando enormes ganancias que siempre se las llevan sin tributar nada".
Y a todo eso –sigue Ramos– "el Estado Argentino reconoció en la Justicia que jamás hizo ningún estudio de impacto ambiental en el río Paraná previo a la extranjerización del dragado. De manera que desde la década de los 90 hasta hoy esto constituye un claro abandono del Paraná y el Plata, donde millones de personas beben esas aguas, que tienen el nivel más alto de glifosato de todo Sudamérica como lo demostraron estudios recientes presentados en el Congreso de Salud Socioambiental, en Rosario. Los biólogos autores del informe explicaron cómo los residuos se acumulan en el barro del río, liberando sustancias que afectan tanto a organismos acuáticos como a quienes viven en la cuenca. O sea todo tipo de animales y también nosotros, las personas que tomamos agua del Paraná, cocinamos con esta agua, nos duchamos con esta agua y hasta cebamos nuestros matecitos con esta agua del Paraná que está tan contaminada que daña a los animales y también nos enferma sin que lo sepamos ni reaccionemos".
Diversos estudios revelaron además –continúa Ramos– "altas tasas de mortalidad y malformaciones en anfibios, así como verdaderos combos de venenos que consumimos con el agua del Paraná, en las que ya se detectaron restos de glifosato con atrazina, metolacloro, cipermetrina y otros agroquímicos que llegan desde los campos sojeros. Además, como siempre denuncié, se le prestaron gratuitamente a las empresas Jan de Nul y Emepa tanto muelles como galpones, oficinas, buques draga, balizadores y demás embarcaciones auxiliares que cuentan como subsidio".
Como fuere, y es presumible que el Senador Mayans también sepa, no solo el dragado y balizamiento habría sido subsidiado sino que también a las terminales portuarias se les habría pagado por 30 años el dragado y balizamiento. En palabras de Ramos: “Se estatizaron los costos y se privatizaron las ganancias”.
Lo cierto es que hay todavía preguntas clave que sucesivos gobiernos no han respondido: ¿Por qué el pueblo argentino a través de sus impuestos debe pagar el dragado y las obras fluviales para que las terminales portuarias extranjeras puedan ganar más sin tributar nada?
Y hay otra que también plantea Ramos: "Si el Estado pagó con nuestros impuestos el dragado y el balizamiento por más de 30 años al comercio exterior argentino en manos de extranjeros, esa plata debió destinarse a obras para el pueblo argentino y no para empresas extranjeras".
De donde deducimos que lo más grave, amigo –cierra Don Feliciano Ramos– es que no existe el Estado argentino... Y no, no existe porque no protege ni al río ni a su gente. Como es obvio que hoy no se gobierna para la ciudadanía sino para el poder económico multinacional. Y nomás es por eso que la explotación irracional está destruyendo a nuestro río, no sólo por mal dragado de refulados que aumentan significativamente los sedimentos, sino también porque indirectamente, con los cultivos intensivos y el uso indiscriminado de pesticidas como el glifosato, están enfermando y matando al río. Y a este paso, ¿también a su población?