
El sábado de 18 de octubre, Estados Unidos se levantó contra míster Trump. Se organizaron 2700 nodos de protesta para denunciar los “excesos autoritarios” y la “corrupción” del segundo gobierno del anaranjado, encuadrado teóricamente dentro del Partido Republicano, pero que está teniendo -a ojos vistas- una deriva fascista. Ellos también lo reconocen: en Times Square -una plaza de Manhattan, en Nueva York-, hay un cartel con la cara de Trump acompañada por la leyenda: “No queremos fascistas en América”.
La consigna unificadora de la marcha fue “No Kings”: Sin reyes, que expresa una idea considerable: que Estados Unidos no quiere monarcas y que Trump no será tolerado como tal. El movimiento tiene un sitio –www.nokings.org– y allí se lee que: “El presidente piensa que su poder es absoluto”. En su página de inicio se explica brevemente el propósito del movimiento: “Sin tronos. Sin coronas. Sin reyes”. Y agrega que “el 18 de octubre, más de 7 millones de personas se manifestaron […] para decir: Estados Unidos no tiene reyes, y el poder pertenece al pueblo”.
En Butler Field, en el Gran Park de Chicago, por ejemplo, la multitud protestó contra las redadas de ICE (Inmigration and Custom Enforcement / Servicio de Control de Inmigración y Aduanas). Se trata de una fuerza especial que responde al presidente directamente, no está sujeta a ninguna orden judicial y actúa de manera extralegal. Su tarea consiste en ocuparse de la “gran deportación”, o sea de la limpieza étnica contra migrantes latinoamericanos que son devueltos masiva y coercitivamente a sus países de origen. Se trata de una política supremacista inherente al proyecto MAGA. Y el supremacismo es el resorte más conspicuo del fascismo. La limpieza étnica de Trump concierne a migrantes, pero también a otros trabajadores: científicxs por ejemplo, que abandonan su país por políticas homólogas al cientificidio de Milei en la Argentina. Distintas universidades italianas están abriendo sus puertas a científicxs norteamericanxs que en su país ya no pueden desarrollar sus investigaciones.
El No Kings protesta también contra la Guardia Nacional, tropas pretorianas desplegadas en las “ciudades enemigas” -son casi 10- que antagonizan con las políticas de Trump. Bernie Sanders, senador independiente por el Estado de Vermont, habló de los peligros que corre la democracia en Estados Unidos. En su discurso ese día dijo varias cosas destacables: “Hoy asistimos a una clase de multimillonarios que creen tener el derecho divino de gobernar sin contrapesos a su poder”. Agregó que en Estados Unidos rechazaron “el derecho divino de los monarcas en 1700” y que no tienen “intención de extenderlo a los nuevos oligarcas”. Finalmente, sostuvo que “A lo largo de la historia, muchas personas han luchado y han muerto para preservar la democracia. No vamos a permitir que Trump nos la arrebate”. Otro senador, Chris Murphy, coincidió con Sanders, al decir que “Trump ha organizado un proyecto detallado de desmantelamiento progresivo de la democracia”. Tienen razón, porque el poder fascista está más allá de la frontera del poder democrático.
No Kings emergió el 14 de junio de este año. La primera movilización, para dimensionarla, convocó a cinco millones de personas. Hoy es una resistencia civil ante la deriva fascista del señor anaranjado que tiene pajes como el presidente de Argentina y el primer ministro de Italia. Lxs organizadores del No Kings insisten sobre una idea: que la desobediencia no violenta es una fuerza y con ella se proponen crear un frente unificado -un frente antifascista, idea tan criticada en Argentina-,un frente capaz de hacer confluir los votos democráticos, con los votos de lxs trumpistas arrepentidxs, con los votos de ese gran número de ausentes que no participaron en las últimas elecciones.
Una figura destacable del «No Kings» es el alcalde de Chicago: Brandon Johnson, político demócrata afrodescendiente, trabajador de la educación pública, procedente de una familia de clase trabajadora y que dirige la ciudad desde 2023. En la alocución del sábado 18 tiró una oración considerable frente a la multitud chicaguense: “Are you ready to fight fascism?”. Y desde la tarima convocó a una huelga general contra los mil millonarios y sus monopolios corporativos globales absolutistas totalitarios.
Mientras se desarrollaba la manifestación el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, la calificó de “mitin de odio contra los Estados Unidos”, una “juntada de marxistas, socialistas, antifascistas, anarcos, sujetos pro-Hamas del partido demócrata de extrema izquierda”. Mike considera que oponerse a Trump es un “acto demoníaco”. Mientras, el anaranjado jugó al golf, publicó un video hecho con IA, en el que se lo ve coronado de rey, vestido de milico y manejando un avión de guerra con una oración sobreimpresa: “King Trump”. En el video, el avión sobrevuela la manifestación y tira bosta sobre lxs manifestantes. Esto pasaba en la segunda realidad de las redes sociales, que son aparatos del capitalismo digital. En la realidad material, Trump, casi premio Nobel de la Paz, ordenó un contraprograma respecto de la manifestación: un ejercicio militar en California, con maniobras de guerra, un desembarco anfibio y el lanzamiento de misiles desde portaaviones contra objetivos en la base de Camp Pendleton. Mientras, un puñado de militantes preparaba un video en el que recorren una serie de carteles en los que identifican los signos más evidentes del poder fascista (https://x.com/GeekAuthority/status/1979610721848860724): “Usar policía secreta”; “Negar la realidad con mentiras constantes”; “Controlar los medios de comunicación”; “Normalizar la corrupción”; “Rechazar los resultados electorales”; “Controlar la educación”; “Usar las fuerzas securitarias contra los ciudadanos”; “Darles cargos a leales incompetentes”; “Reescribir la historia”; “Ignorar el debido proceso”; “Etiquetar a las minorías como enemigas”; “Usar el miedo para acumular poder”; “Reemplazar ciencia por ideología”; “Acusar a otros de tus crímenes”; “Perdonar a los criminales leales”; “Normalizar la violencia política”; “Amañar el voto”; “Borrar y falsear los datos oficiales”; “Nuestros abuelos pelearon contra el fascismo. ¿Pelearás vos contra él?”.
El movimiento «No King» demuestra que también en América del norte existe una reserva moral ante el advenimiento del fascismo. Este poder criminal busca monopolizar la fuerza material, pero las fuerzas morales, quiero decir, los valores que no se afincan en lo material, están del lado de la movilización popular. Es la militancia movimentista la que debe convertir esos valores en una fuerza emancipadora. Algunos de esos valores son el fervor militante, el sentido de la soberanía, un proyecto de liberación siempre en ciernes, la solidaridad, la organización de una sociedad sin verdugos ni explotados, la igualdad.
La nota contiene lenguaje inclusivo por decisión del autor.