• December 11, 2025 at 12:38 PM
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Reflexiones sobre la “PAZ”

Por Eduardo de la Serna*


Lo que nosotros llamamos sencillamente paz, es un término que tiene acepciones y variantes interesantes… Hasta el punto que términos despectivos como “pazguato” o “pacato” se originan en él.

No es menos evidente que en ocasiones se asocia a la mismísima muerte: “jardín de paz”, “descansa en paz” (RIP), o, sencillamente “la paz de los cementerios”.

En tiempos bélicos o parabélicos también se asocia a la ausencia de conflictos, como es el clásico uso de la “pax romana”, lo cual implica, ciertamente, un sometimiento a la potencia imperial. El conocido “si vis pacem para bellum” (si quieres la paz, prepárate para la guerra) es una indicación de la quietud de quien tiene la bota imperial sobre su cuello. Y no es algo aplicable solamente a Roma, por cierto… Basta con mirar hoy hacia el Norte.

En el Evangelio de Juan, Jesús dice que “les dejo la paz, mi paz les doy; no se la doy como la da el mundo. No se turbe su corazón ni se acobarde” (Jn 14,27) de allí que añada: “les he dicho estas cosas para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo” (Jn 16,33). El contraste está dado entre “en el mundo” y “en mí”. En Juan, “el mundo” es la sociedad que es adversa al proyecto de Jesús (en la cual el Imperio Romano, obviamente, ocupa un espacio principalísimo) y “en mí” implica a todos y todas quienes hacen suyo el mandamiento del amor. En Juan, los capítulos 14-17 son un largo discurso de despedida en el que Jesús encarga a los suyos una vida con la que se constituirán en sus herederos en la historia (de allí que este género literario sea conocido como Testamento); es interesante que en Juan, la palabra paz solamente se encuentra en la parte final de su Evangelio o también como donación del Resucitado. “En el mundo”, los discípulos de Jesús están convocados a mostrar que otro “mundo” es posible, y ese amor vivido “hasta el extremo” es inevitablemente un mundo de “paz”.

En el ambiente judío (hasta el día de hoy) el término “shalom” es desde un saludo hasta el sueño de un futuro ideal. Y, es sabido, shalom es mucho más que lo que expresamos con el término “paz”. El ‘termino es muy antiguo y frecuente en las lenguas del entorno y continúa hasta hoy, por ejemplo, en árabe (salam), incluso usado, en ocasiones como nombre divino. San Pablo, por ejemplo, habla de “el Dios de la paz” (Fil 4,9; Rom 15,33). Shalom es prosperidad, plenitud, un estado integral, de felicidad (con lo que se asemeja a las bienaventuranzas) …

Valga todo esto – y muchísimo más que se podría decir – para destacar el cruel contraste, por un lado del uso del término por parte de un Estado genocida, y también, por la cruel ironía de que sea reconocida como Nobel de la Paz una turbia protagonista que nada dice de los bombardeos a lanchas de pescadores en el Caribe y, todavía más, por la patética (en el sentido más preciso del término) actitud de un presidente que dice que vetustos y casi inservibles aviones de guerra son “ángeles guardianes” (sic), y que hace de la “no paz” un modo de gobierno y su modo de ser. Que el gobierno que más gastos militares haya tenido desde la Guerra de Malvinas al presente hable de paz, abrace a Corina Machado, se alíe con Trump y con Netanyahu algo dice sobre el sentido que dan a las palabras.

Pero si la FIFA da un premio de paz a Donald Trump (¿?) eso indica que la palabra se ha vaciado totalmente de contenido y que – una vez más – cualquier cosa vale. Pero, tristemente, ya nos vamos habituando a este vaciamiento lingüístico. Ya lo sabíamos puesto que, para estos sujetos, a esto que están imponiendo lo llaman “libertad”.

Fuente: Blog 1 de Eduardo de la Serna

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